“Creo en el esfuerzo”

PILAR RIBAL

De apacible sonrisa y mirada vivaz. En ella conviven los extremos. Se muestra metódica, reflexiva y disciplinada, intelectual y sensitiva, pero adivinamos también en ella a la mujer impulsiva y tenaz, luchadora y apasionada, cien por cien comprometida consigo misma, que se esconde tras su dulce apariencia. Cálida como una tarde de primavera, su corazón es un volcán.

Cris Pink es pura energía, alimenta su tenacidad, inflama –o templa– su espíritu, y canaliza su pensamiento hasta hacer de ella una artista sincera, rigurosa y plena de sensibilidad.

Cris Pink recorrió un largo camino hasta iniciarse profesionalmente en la pintura. “No creo que, de repente, te llegue la iluminación y… ya eres artista. Creo, más bien, en el trabajo a diario, en el esfuerzo”, afirma. Constancia y una fuerte vocación la hicieron pasar por largos años de aprendizaje a la búsqueda de su camino particular.

Sus pinturas de los ochenta dan fe de la “batalla” que mantuvo con sus primeros lienzos –“para no hacer imágenes ya hechas”–. En ellos que se puede comprobar la impronta de la pintura alemana expresionista, la huella de su formación académica y, al mismo tiempo, rasgos que anticipaban sus actuales planteamientos.

Pink encuentra su camino cuando empieza a “vaciar el lienzo”, al “superar la necesidad de batallar con la pintura” y a convertir el antiguo “horror vacui” en “pasión vacui”. Tras ese cambio de actitud, aparecen las claves que, desde entonces, definen y confieren personalidad propia a su obra: la aceptación del vacío –que coincide con un proceso de madurez personal-; su maestría en el tratamiento de las superficies –porque “a veces, cuando te acercas a un cuadro, se pierde la magia, y yo quiero que ésta perdure en la cercanía del lienzo”–; la precisión dibujística; la no concesión a aspectos ornamentales y una sintética iconografía basada en la elaboración de imágenes arquetípicas: el círculo, la espiral, el cuadrado…

Así pues, este proceso de depuración pronto empezó a dar sus mejores frutos: su serie de círculos centrados sobre el cuadrado impuesto por el formato del lienzo o el papel. De aquella primera época de gesto casi rabioso, de colores vibrantes, permanece, no obstante, la sutilidad de los fondos, las transparencias obtenidas por superposiciones de capas, los enceramientos y diluciones, la fluidez y la contenida soltura de su línea.

Sin ser especialmente mística, las pinturas de Cris Pink tienen la espiritualidad de la estética oriental, así como su esencialidad. Es quizás por ello que se perciben como una suerte de “mandalas” visuales que invitan a mirar dentro de sí, a profundizar en el propio yo y a aventurarse en los espacios infinitos del sentimiento y la emoción. “Mis cuadros –reconoce– piden un esfuerzo de tiempo, porque, si no, no se abren. Pero cuando lo haces, se produce una interacción entre pintura y espectador”.

Aunque no las concibe en función de una posible audiencia, las pinturas de Pink tienen una clara voluntad comunicativa. Como dice ella misma, “todos los artistas queremos transmitir lo que llevamos dentro, porque es absurdo pintar para uno mismo”. Por eso Cris Pink se concentra en imágenes de ancestral simbolismo, en armónicas composiciones de formas universales de claro sentido trascendente.

Y lo cierto es que, nos alcanza su propia emoción, y, de algún modo, comprobamos que sus cuadros “se parecen” a ella. Es quizás por ello, por lo que experimentamos ante sus telas esa fuerza interior, esa pasión y esa convicción en su destino de artista que le hicieron escribir al poeta Francisco Díaz de Castro en los versos finales de su poema “Legado” –escrito para una de sus obras–: “Yo me llevo tus ojos para incendiar con ellos la nada”.

Una alemana guiada por la luz del sur
De sólida formación –realizó estudios de Diseño y Bellas Artes en Alemania– la luz del sur y su instinto guiaron sus pasos hasta nuestro país, a donde llegó, con una beca, para un corto período de tiempo. Residente en Mallorca desde 1985, Cris Pink (Koblenz, Alemania, 1956) combina su labor docente al frente de la Escuela “Blau” de Diseño con la práctica de la pintura. Ganadora de varios importantes certámenes, entre ellos del XXIV Premio Internacional de Dibujo Joan Miró (Barcelona), Pink expone regularmente en Barcelona, Mallorca, Alemania y, ocasionalmente, en Francia. Su última individual tuvo lugar en la Galería Altair de Palma en 1995.

 

EL DÍA DEL MUNDO. Domingo, 23 de marzo de 1997

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